Fausto Olivares, Carnaval veneciano |
Arrodillada en el reclinatorio, la condesa se pierde en devociones. Junto a ella el conde, recién despojado de tabardo, máscara y tricornio, contempla, entre vapores de incienso, los doloridos estremecimientos del joven oficiante. Pese a la gloria del todopoderoso rival, no duda que las próximas carnestolendas sus dedos triunfantes volverán a arrancarle el disfraz de mujerzuela y se demorarán recorriendo nuevas marcas rosadas, las huellas que la contrición y el cilicio dejan, año tras año, en la cintura del amante vencido.
El mes de marzo en la Marina fue de carnavales y tuvimos una jurado de lujo, Luisa Valenzuela. Los tres textos galardonados, así como las numerosas menciones se pueden leer en el Arca Ficticia.
Me ha resultado difícil de entender en un primer momento, pero reconozco la gran valía y prosa del micro. Carnestolendas o carnavales. ¡Vaya palabra que has ido a buscar!. ;)
ResponderEliminarMe ha gustado, en segunda lectura.
Un abrazo
Sí que es rara, lo que hay que hacer por no repetir. De todas formas la palabra es chula carnes tollendas significa carnes prohibidas y se aplicaba a los días anteriores a la cuaresma.
EliminarNo lo entiendo, no sé si el conde se tira al joven oficiante o a la condesa o a ambos, o si por el contrario es la condesa la que se lo hace, una vez al año, con el cura. En fin, problema mío, seguro.
ResponderEliminarHummm, ¿dónde crees que se forma el lío? ¿Me das una idea de por dónde tirar para arreglarlo?
EliminarEs problema mío, seguro. Hablas de una condesa arrodillada, rezando; junto a ella el conde desvestido contempla al oficiante. Luego dice "no duda" ¿quién duda? Aparte de yo mismo, no sé si quien duda es la condesa o el conde. "Sus dedos", de él o de ella. En fin. Que yo me pierdo, pero no pasa nada.
EliminarHummm, me parece que no se forma lío, que se ve claro que el conde se tira al joven oficiante...En fin, distintas miradas...
ResponderEliminar:-)
EliminarYo entendí que el conde se beneficia al curita. Bravo Elisa.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Esa era la idea, Rosa, la condesa, pobriña, se limita a rezar.
EliminarEn una primera lectura me líe, después ya entendí de que iba la historia que se repetiría en la próximas carnestolendas.
ResponderEliminarBesitos
Un beso, Elysa, gracias por venir.
EliminarA mí me ha parecido muy sugerente. También creo haber entendido la historia, pero reconozco que me he perdido un poco en la primera lectura, pero creo que la confusión viene dado por la forma de contarlo. Me pareció ver al propio Sade entre líneas (trato de elogiar, que nadie se moleste, por favor).
ResponderEliminarEufrasio, aquí nadie se molesta, todo lo contrario, te agradezco mucho la lectura y el comentario. No sé si piensas que me sentaría mal lo de la pérdida en primera lectura o lo de la referencia a Sade.
EliminarBienvenido al blog, aunque tengo la cabeza más pallá que pacá creo que no te había visto por aquí.
Pues menudo rival se ha buscado el conde. Ahora, que según parece, le tiene la partida ganada, porque el trofeo se lo agencia cada año.
ResponderEliminarQué bien transporta tu lenguaje a esa época, Elisa. Felicidades.
Un abrazo.
Gracias Miguelángel, tienes razón, poderoso y todo pierde todas las partidas.
Eliminarel disfraz a menudo muestra más que nunca lo que somos.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarEl cuadro que ilustra este relato es de mi padre (Fausto Olivares Palacios, Jaén 1940-1995).
Erotismo y complejidad forman parte de su universo pictórico. ¿Casualidad?
Pues no creo que sea casualidad, elijo con mucho cuidado las imágenes con las que acompaño mis relatos y en este cuadro de tu padre reconocí esa temática que tu mencionas, además de las referencias claras a la fiesta y al lugar.
EliminarMuchísimas gracias por comentar, es un honor recibir la visita del hijo de un artista como Fausto Olivares.