Laurette tuvo que pasar mucho tiempo tras la cortina de seda roja espiando a Luz Celinda, antes de atreverse a pinchar en un tablón tres alfileres de Kobayende que había escamoteado a la bruja y a moldear con cuidado en torno a ellos una delgada figura de cera. Coronó el muñeco con un mechón de cabellos crespos arrancados a Enmanuel en una pelea y lo consagró con fuego, agua, aire y tierra. Después, muy despacio, un algo cada día, fue retirando las agujas hasta que, ante el asombro de la madre y la incredulidad del médico blanco, las piernas muertas del hermanillo comenzaron a sostenerlo y desapareció la nube que le empañaba el ojo izquierdo.
Ahora que Enmanuel camina orgulloso hacia la escuela y aprende a defenderse por sí mismo, Laurette sabe que debe restituir a hurtadillas cera y alfileres –¿qué castigo no tramará Luz Celinda si la descubre como autora del robo?– ; pero cada vez que se cruza con el grandullón que los hostigaba mientras ella tenía que llevarlo a cuestas, el que arrojó entre burlas aquella piedra que dejó tuerto al pequeño, decide guardarlas por un tiempito más.
Ese vudú en positivo no deja de tener un fondo inquietante. ¿Qué no hará la tal Luz Celinda con la pobre Laurette?
ResponderEliminarBesos.
O Laurette con el grandullón. Todo tiene su peligro. Gracias, Ricardo.
EliminarEncantador micro. Transmites dulcemente la magia de tus palabras.
ResponderEliminarUn mágico abrazo!
Gracias, Pilar, otro para ti.
EliminarMagia inversa para curar, aunque la negra amenace. Me ha gustado mucho Elisa.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Besos para ti, Rosa, blanco y negro, dos caras de una moneda.
EliminarQué forma tan original de utilizar la magia, una mezcla de blanca y negra, como bien titulas. Me gusta mucho la manera de tejer tus historias, de describir las situaciones llevadas a zonas muy originales, con las que en principio no se contaba.
ResponderEliminarMe quedaré por acá leyendo cuando pueda.
Un abrazo Elisa, desde mi mar,
Bienvenida, Yashira, creo que vienes desde El microrrelatista, quédate por aquí todo el tiempo que quieras. Otro abrazo para ti.
EliminarY me da que pensar ese guardar por un tiempito, no sé, me inquieta que ha pasado con el grandullón. Creo que no solo se limitó a usar magia vudu para sanar a su hermano.
ResponderEliminarMe gustó.
Besitos
Esto de las alfileres y los muñequitos siempre me inquieta un poco...y el grandullón, como dice Elysa...¿qué será de él? ¿cuántas agujitas de cabeza negra tendrá clavadas...?
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Te lanzo un beso.
Hay que ver cuántas cosas se pueden contar en dos simples párrafos. Una historia muy original. Enhorabuena!
ResponderEliminarexisten tantos matices de gris...
ResponderEliminartú no eres gris para nada, elisa.