28 jun 2014

Velados


Metamorphose by Claudia Wycisk from Gabriel Manz on Vimeo.


Las caricias resecas dejan sobre mi piel una capa de barro ceniciento que no logro arrancarme con las uñas. Mi sonrisa, una máscara mil veces repintada. Tus besos, agua de pozo quieta pudriendo nuestras bocas. Las horas y los años, los ritos, los deberes, el miedo y la costumbre tejieron como arañas el yugo que nos ata, el que ciega ventanas y salidas. No me atrevo a mirarte. Yo sé bien que tus ojos, cobardes e impotentes, no son más que un espejo que refleja los míos.

Esta fue mi participación de ayer en los viernes creativos de Escribe fino. El texto "apalabra", que diría Rosa Yáñez, el vídeo de Claudia Wycisk.

27 jun 2014

Despojos del REC


Hoy he recibido mis ejemplares de Despojos del REC, el libro que recopila 210 microrrelatos y 70 ilustraciones reunidos gracias al empeño y la ilusión de Fernando Martínez. Esta estupenda ilustración de Gracia Suñer acompaña uno de los tres textos míos que aparecen en el libro, Cita galante.

21 jun 2014

No se estila



Sus mensajes llegan demasiado tarde, para entonces ellas ya se han comprometido para ir al cine, a bailar o de fiesta. Él no se rinde. Aun en la era del whatsapp sabe que un día encontrará una chica que, con el móvil apagado, busque cada mañana en su buzón un poema de amor caligrafiado con tinta violeta.


 Microrrelato ganador en Radio Castellón (semana del 16 al 20 de junio de 2014)

14 jun 2014

Legado


Él retiraba los cristales con cuidado y dejaba que yo arrancara las agujas, como si fueran las patas delicadas de un insecto. Nos dio tiempo a mutilar el de la cocina, el de pared que había en el salón y el despertador de mis padres.  Entonces volvió mamá del supermercado, pero en vez de reñirnos se echó a llorar.

No llevaron a arreglar los relojes que habíamos estropeado. El salón siguió presidido por un reloj sin manecillas, los demás fueron sustituidos por modernos modelos digitales que mi abuelo contemplaba con desesperación. Nunca volvieron a dejarme a solas con él.

Meses después mamá, me entregó  su reloj de bolsillo. Antes de morir había dejado encargado que fuera para mí. Esperé a que ella se fuera para abrirlo y acariciar la esfera lisa, sin cristal, sin agujas. El tiempo se detuvo. En la tapa dorada apareció reflejado el abuelo que, guiñando un ojo cómplice, me sonreía.

8 jun 2014

Salir de pobres

Fotografía de Ben Zank


Cada vez que nos encontrábamos en apuros enviábamos a mi hermana Conchi a pedir un crédito al banco. Sus ojos violeta, sus hombros carnosos, su busto amplio y su cintura de avispa, unidos a una expresión entre soñadora y voluptuosa que copiaba de las actrices de los cincuenta, la hacían irresistible. A cambio de préstamos que nunca seríamos capaces de devolver, concedía una cita en el paseo del río a los sucesivos directores de la sucursal. Uno a uno los fue dejando plantados, entre los helechos, en el momento en el que se atrevían a introducirle la mano en el escote. La tierra era buena y sus pies no tardaban en enraizar, pero por más que los sacudíamos no desprendían más que una lluvia de caspa, balances descuadrados y listas de morosos. Fue mamá la que tuvo la idea de sembrarlos bocabajo. Los cabellos y los dedos de las manos también han arraigado con facilidad, pero ahora les brotan a pares lustrosos zapatos italianos que cosechamos a escondidas y vendemos los domingos en el mercadillo.

Con Fernando Vicente y muchos amigos más en los Viernes creativos de Escribe fino.