24 dic 2017

Usurero

Ilustración de Anton Pieck para A Christmas Carol, de Charles Dickens.


—Señor, no podemos pagarle. Mi madre está enferma, necesita leña y medicinas. ¿Podría prestarnos unas libras más?

Ante el gesto furibundo del viejo, Fanny hace un último intento y abre el abriguillo raído que esconde su cuerpo adolescente, desnudo y esquelético.

La mirada escrutadora de Ebenezer Scrooge la recorre. No entiende de mujeres, pero el óvalo delicado del rostro, las piernas bien formadas, los pechos altos y menudos no lo dejan indiferente. Con buenos alimentos y un aprendizaje adecuado…

—Mañana vendrás conmigo a casa de madame Célestine. Ella te enseñará un oficio con el que podrás pagar lo que me debes. Incluyendo intereses, por supuesto— añade con su voz aflautada.

La muchacha asiente temblorosa. Su destino está echado. Aunque quizás quede para ella un resto de esperanza: mañana es Navidad.

23 nov 2017

Impotencia

Ilustración de Enma Florence Harrison


Miran el mundo con desolación. Su poder podría arreglarlo si los humanos se pusieran de acuerdo. Si pidieran unánimes la paz, la desaparición de la isla de plástico o el fin de la pobreza. Pero no. Los deseos de unos y otros se oponen con tal fuerza que las hadas no saben discernir quiénes merecen conseguirlos. Por eso agitan confusas sus varitas mágicas. Y por  no hacer más daño, solo las emplean para milagros pequeños, casi imperceptibles: que la muchacha que va a examinarse no pierda el autobús, que la señora de los pies hinchados pueda comprar sardinas a buen precio, que al chico que derrama una lágrima mientras se viste a escondidas con ropa de mujer no se le corra el rímel.

27 oct 2017

Fraternidad


Matisse, La danza

Se sentían fuertes y hermosos, eran los bendecidos por la estrella. Unieron sus manos y comenzaron a girar en círculo una danza ensimismada, incapaces siquiera de advertir a todos los que habían quedado fuera.

25 sept 2017

Defecto de fábrica

Red umbrellas


La lluvia me sorprende a media mañana, anegando callejones, avenidas y plazas. Turistas y locales se agolpan en el bazar chino para comprar paraguas. De repente, bandadas multicolores danzan sobre mis tejados: apenas les sacan la funda de nailon, despliegan sus alas y echan a volar.

24 ago 2017

Artesanía de lujo

Jean Gabriel Domergue

La fábrica levantó la economía de Villantique. Sus paraguas, que conjugan la elegancia de los flamencos y el colorido de las mariposas, despliegan frente a la lluvia unas protectoras alas de albatros. Aunque sus precios desorbitados solo están al alcance de gente de fortuna, las ventas nunca decaen. Escurridizos como salmones, vuelan de regreso al lugar de origen cada vez que sus propietarios los extravían.

16 ago 2017

Impronta

Fotografía de Eva García

Tras el primer celo perdió aquel trotar de corza juguetona, se le hincharon los pezones como uvas maduras y empezó a caminar con una gravedad desconocida. Pronto volcó todo su afán en el deslucido patito de goma que apareció en el armario cuando Fran se emancipó. Lo apretaba contra su costado y lo trasladaba de un lugar a otro sosteniéndolo primorosa entre los dientes, los mismos dientes con que se revolvía si pensaba que alguien amenazaba al objeto de sus desvelos. Aunque el veterinario insistió en que debíamos hacerlo desaparecer, arrebatárselo nos partía el alma casi tanto como verla desplegar aquel esfuerzo inútil.

Ayer nos despertó una agitación inusitada. Gala avanzaba por el pasillo con aire de matrona. La seguía el patito sobre sus nuevos pies palmeados. Revoleaba la cola al modo perruno y lanzaba, desde su pico abierto, un alegre "Guau, guau".

Segunda mención en la Marina de Ficticia. Ligeramente modificado siguiendo los consejos del jurado, David Vivancos Allepuz.


10 jul 2017

Ruidos

Charles Sheeler, The upstairs

Subir de nuevo a la habitación con pasos sigilosos. Abrir la puerta de repente. Encontrarla otra vez abandonada al sueño, con la respiración plácida, cubierta hasta los hombros por una sábana impoluta, como recién planchada. Iniciar el descenso y, a mitad de la escalera, recomenzar a oírlos: el choque de los cuerpos al embestirse, el somier que chirría, sus gemidos apenas ahogados por la mano mordaza del amante. Girarse. Volver al dormitorio y, apretando el mango de la navaja hasta hacerse sangre, admitir que esa necesidad suya de sorprenderlos in fraganti antes de actuar no es más que puta cobardía.

8 jun 2017

Amor al arte

Alain Robert


Tras varias semanas de seguirle la pista conseguimos averiguar en qué edificio tenía planeado realizar su actuación. Parapetados entre coches y contenedores de basura, pudimos contemplar cómo ascendía, apoyándose de pies y manos en las mínimas hendiduras de la pared, hasta alcanzar la cornisa del piso 127. Avanzó por ella con un paso tan ágil y elegante que nos vimos obligados a soltar los fusiles para romper en un aplauso entusiasmado. Antes de entrar por la ventana se giró, inclinándose hacia nosotros como si agradeciera el homenaje. Por desgracia esta mañana el noticiario se ha abierto con la misma triste noticia: "Un nuevo crimen del escalador asesino".

27 abr 2017

De manzana a manzana



Dream city, de Paul Klee

La atracción del alero neogótico del palacio presidencial por la cornisa racionalista del Banco de la Nación terminó por provocar una verdadera ruina.

21 abr 2017

Proyecto Celsius

Ana Vidal, en sus viernes creativos, nos propone celebrar el Día del Libro añadiendo volúmenes al Proyecto Celsius. En resumen se trata de escoger una gran obra de la literatura universal y escribir un microrrelato con la premisa de “extraer lo esencial y volverla a redactar desde la perspectiva de la brevedad”. Yo he osado jibarizar (o microrrelatear) La Regenta, entre otras cosas porque hace poco ha caído en mis manos una curiosa novela de Fernando Quiñones, titulada La visita, que narra un encuentro imaginario entre Clarín y Marcel Proust en el que el primero le cuenta al segundo qué fue de Ana Ozores después de los años.


La heroica ciudad dormía la siesta y se atenuaba el rumor de dimes y diretes que durante toda la mañana habían volado desde el Casino a la Catedral, del palacio de Vegallana a la plaza del Pan, de la Encimada al Espolón: que si la hermosa mujer del Regente de la Audiencia había amanecido en brazos de un don Juan apolillado; que si uno de los canónigos estaba más celoso que el propio marido; que si el viejo cornudo había retado a duelo al seductor; que si este había huido como un gallina tras darle muerte a aquel... 

 A oscuras en su alcoba Anita, aquella niña que leía historias de amor con final feliz, la que vendieron como si fuera una res, la que abandonó el amor divino por el humano, lloraba su soledad. El hombre que creyó su príncipe no había dejado entre sus manos más que el tacto viscoso y frío de un sapo.

16 abr 2017

Apocalipsis

Flores, romance, libro, de Jean-Baptiste Armand Guillaumin


De entre las maravillas que ofrecía el buhonero francés, eligió Antón de Fente un grueso volumen de tapas de cuero que contenía, según explicó el gabacho con sus erres arrastradas, las profecías que anunciaban el destino de la humanidad y la descripción detallada del fin de los tiempos. Recién llegado de la feria de Monterroso, antes de que Manueliña tuviera tiempo de preguntar qué había mercado a cambio de las dos vacas cachenas, se sentó Antón junto al fuego y pasó la noche leyendo. El amanecer lo sorprendió aún junto al hogar, con el rostro demudado y la cabeza blanca de canas repentinas. No hubo desde entonces romería ni baile que le levantaran el ánimo y ni siquiera la sonrisa desdentada del hijo lo sacaba de la melancolía.

Abría y cerraba Manueliña el libro buscando un remedio para las tristezas de su hombre y, como no viera más que páginas en blanco, acudió a su vecina Martina de Neves, que había sido artista de variedades, para que le enseñase a leer. Era la moza despabilada y pronto leyó de corrido las novelas galantes que guardaba Martina en el baúl de los viajes y aprendió a escribir con la letra inclinada y algo picuda con las que la cupletista había firmado sus contratos en el Kursaal, pero por más que escudriñaba el libro de las profecías, no encontraba en él trazas de signo alguno. Intentando conjurar los males del marido, escribió en la primera página una oración a Santa Brígida, que tenía reputación de milagrera. Como algo mejoró Antón, se fueron sucediendo las copias de jaculatorias y letanías. Acabado el repertorio sagrado, añadió Manueliña la letra de la primera canción que bailó con Antón en la romería de San Bieito, la receta de pulpo a la mugardesa de la fonda de Monterroso, la de rosquillas de huevo, los poemas de amor que un marinero andaluz le había escrito a Martina en hojas de papel rayado y que a Manueliña le ponían los ojos soñadores, la fórmula de un emplasto para curar sabañones y la de una preparación para limpiar el cobre del velón. Así, en tanto que las páginas se cubrían con la caligrafía cada vez más suelta de la muchacha, iba Antón olvidando sus penas y aprendiendo de nuevo a sonreír. Y si alguna vez lo sorprendía Manueliña contemplando cabizbajo las páginas que aún quedaban por completar, le pedía mimosa que andase a las colmenas. Mientras se le ocurría qué otra cosa escribir, freía filloas de harina borona y lo esperaba para enmelarlas juntos.


15 abr 2017

Hijo de Leví

Procedencia de la imagen

A Primo Levi, en el 30 aniversario de su muerte

Permanecían congelados en su memoria, hoy los hundidos vienen a buscarlo. Sus piernas enflaquecidas avanzan entre la niebla helada. Ya no siente vergüenza, ha vivido para dar testimonio. Y, arrojándose al abismo de 42 años, se suma a la columna que desde Auschwitz marcha hacia el oeste.

20 mar 2017

Casquería

Fotografía de Catarina Nico

El carnicero le reserva buenas piezas que ella limpia con esmero de restos y telillas. Sobre la mesa el tarro de pimienta molida, pimentón de la Vera, las hojas de laurel, vino blanco de Rueda y una copita de jerez seco. El ajo, la cebolla en juliana y del paquete de harina de maíz, un par de cucharadas para espesar las salsas. Hace cocer los guisos a fuego lento, con suaves borboteos que esparcen por la cocina un olor denso y montaraz. Primero sirve hígado, de ternera, para que él calme el hambre y deguste con placer los demás platos. Después trae corazón, el suyo, entero y apenas aliñado. El hombre lo trocea meticuloso con el borde afilado del cuchillo, lo revuelve en la salsa, lo olisquea y le manda retirar el plato sin probarlo. Prefiere dejar sitio a los riñones, de cerdo, su plato favorito.

Este microrrelato, con la bella fotografía que lo ilustra, apareció en abril del año pasado en el blog de la revista literaria Zoque.

4 mar 2017

Amistad




Se lo repetí, a los tres, una y mil veces. Que le dieran una oportunidad, que el amor lo había cambiado, que comer, solo me comía a besos. A regañadientes, los dos mayores vinieron a la boda. El pequeño, que siempre fue el más listo, dijo que no pensaba ser testigo de aquel disparate. Por eso le agradecí que, cuando me refugié esta mañana en su casita de ladrillo, con la caperuza desgarrada y el ojo morado, se limitara a curarme y a secarme las lágrimas. Que ni siquiera en la mirada se le escapase un “te lo había advertido”.

Escrito para los Viernes creativos, de Ana Vidal.

29 ene 2017

Cambio climático


Los copos de nieve se acumulaban sobre el sofá, la escarcha cubría el dormitorio y por el pasillo, hacia la cocina, avanzaba un glaciar que congeló el horno. "No soporto este frío", dijiste antes de marcharte. Entonces comenzó el deshielo. Desde los altillos donde guardé tus fotos y tus regalos se despeñaron los torrentes que anegaron el salón y convirtieron la que fue nuestra cama en un bote a la deriva. Pero el sol ha seguido calentando. Sobre la alfombra del salón ha empezado a brotar el césped y, entre las sábanas, despuntan las primeras margaritas.

Este micro resultó ganador en el programa Wonderland de RNE la última semana de enero. Aquí se puede escuchar el audio con la lectura y los comentarios del jurado.