Una abuela, George Wesley Bellows |
Que se arrime un poco más al borde de la cama, le pide, que baje las
piernas flaquitas y se ponga de pie con cuidado. Que se asee, que se recoja el
pelo con el pasador de concha, que perfile las cejas, se dé un toque de carmín
y otro de colorete. —¡Guapísima! —susurra
rozándole los labios con un beso—, me voy antes de que nos descubran.
Mientras su difunto Martín escapa a través de la pared, la auxiliar entra en
la habitación preguntándose, como cada mañana, de dónde saca fuerzas la de la 127 para arreglarse sola y cómo consigue, pese a sus achaques, mantener
la coquetería de la sonrisa.
Qué bonito, Elisa. Ese Martín que se escapa por la pared. Esa abuela que seguro está más allá con él.
ResponderEliminarSolo el segundo párrafo, pondría "como cada mañana" entre comas, se me hace larga la frase entera y me corta la lectura.
Un abrazo desde mi orilla.
Me gusta esto de volver a los blogs :)
Vaya, Ana, tenía las comas y se las quité justo en el blog. Se las pongo de nuevo. Gracias.
ResponderEliminarY me alegra que te guste, tenía dudas de si sería demasiado meloso.
Si me pones "me voy antes de que" y me cambias el "penetra", te lo compro. Ya.
ResponderEliminarEso está hecho, jefe.
EliminarVaya, llegue tarde al previo tuneado, je je, pero me gusta mucho como quedó. Personalmente siempre tengo muchas dudas con esas "comas" y leo opiniones en todos lo sentidos, hay a quien le parece que ponerlas corta el ritmo y quien piensa lo contrario, supongo que el truco está en la medida, pero no lo pillo, aún.
ResponderEliminarAbrazos Elisa, y compañía, je je, me vuelvo a la taberna.
Cuidado con lo que te dan allí, que hay mucho peligro, compañero de justas.
Eliminar¡Buenos días!
ResponderEliminarBuenos y ososos, señor Efecto.
Eliminar(Y a mí lo de incidir en 'como cada mañana' ni siquiera me hace falta, conste, que ya se intuye la rutina de esta pareja y esta enfermera). Pero vamos, comprao está ;-)
ResponderEliminarAmorosa y tierna la eescena... me gustó... un abrazo Rub
ResponderEliminarUn abrazo, Rubén.
EliminarEl relato derrocha ternura, de meloso nada, compañera, es una autentica delicia de texto.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gracias, colega de toga literaria. Otro para ti.
EliminarUna de las grandes aspiraciones humanas. El sexo después de la muerte.
ResponderEliminarDe ser posible ésto, a la hora de dormir todas las camas del planeta se poblan de muertos cachondos.
Y ésto es sólo lo que se ve del iceberg.
Bravo por el tema extremo.
Hombre, Carlos, no tengo nada en contra del sexo a cualquier edad, pero estos estaban ya para amor que para otra cosa. De muertos cachondos tengo otro por ahí.
EliminarEl espacio y el tiempo en el que viven esos dos les pertenece y no quieren compartirlo. Tienen derecho, qué caramba.
ResponderEliminarUn saludo, Elisa.
Juan M.
Un saludo, Juan Manuel. ¿Eres entcuentero, verdad? Creo que no te había visto por aquí. Bienvenido.
EliminarJo, es más tierno que un cachorrito de perro con la boca manchada de miel y poniéndote ojitos. Pero me gusta mucho. Aún así haría un cambio, podría mi nombre en la firma y sacaría el tuyo.
ResponderEliminarSaludos.
Ay, Barlon, qué majo eres. Ten tú también cuidado en la taberna, ¿eh?
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