Jacopo del Sellaio, El triunfo de la castidad (1485) |
El ultimátum de Mícer Federico, que reclama la devolución de los cien florines entregados a cuenta si no recibe el encargo antes de la boda de su hija, logra lo que no consiguieron los golpes de la esposa en la puerta del taller, ni sus lamentos, ni sus improperios. El maestro Jacopo se alza del diván que cobija sus amores desde hace veinte días, da un golpe en la nalga a la modelo, la ayuda a ceñirse la túnica de brocado azul ultramar y coloca en sus manos una palma que los pinceles volverán de oro. Sobre un carro tirado de unicornios, prisionero el amor a sus pies, nunca lució más hermosa y severa la Castidad que, con el lindo rostro de Brunetta, proclamando en esta tabla su triunfo.
Parece la historia real! Cuantas veces habrá pasado eso en los cuadros, vírgenes con rostros de amantes de pintores... si el clero llega a preguntar...
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha encantado. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarBesos desde el aire
Realmente parece alguien que está viendo la escena en ese preciso momento. Bien contado.
ResponderEliminarMuy bien, Elisa.
ResponderEliminarBesicos.
Probablemente la historia sucedió así o de una forma similar.
ResponderEliminarMe gusta cómo la has contado, Elisa.
Besos.
Coincido con los comentaristas anteriores. Tu prosa, impecable, seguramente cuenta la verdadera historia
ResponderEliminarUn abrazo
Me encanta esa narración de la historia que hay detrás de la pintura. ¿Quién sabe si en realidad sucedió así?
ResponderEliminarUn abrazo.
Elisa, muy buen micro.
ResponderEliminarTienes un don particular para vestir la prosa con aire de otros tiempos. Me parece dificilísimo y siempre lo bordas. Enhorabuena y besos
Las misteriosas historias que hay detrás de una escena pictótica. Muy buena Elisa. Cariños
ResponderEliminarMe gusta la lentitud que imponen las frases, invertidas y barrocas, hasta llegar al final. Haces que el lector mismo se levante, se vista y se prepare para el cuadro junto con la pareja. Un abrazo, Elisa.
ResponderEliminarElisa, muy buena, muy buenos tus textos. Me parece excelente, no sólo la idea y cómo la desarrollas, sino cómo defines el contexto en tu primera frase.
ResponderEliminarSaludiños, Miriam
Me gusta. No lo entendí bien, creo. Pero me hizo pensar que esa castidad vale lo que la persona a quien se le regala.
ResponderEliminarBuen "cuadro" en palabras de la gestación de la obra de esta pintura. No me extrañaría que ocurriera así.
ResponderEliminarBesitos
brillante.
ResponderEliminarMuy bueno, Elisa. Otro micro de época con ese lenguaje que siempre clavas. Y una critica a los fariseos obsesionados por la castidad
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