Mercado de la calle Feria (Sevilla) |
Viene casi a diario, sobre media mañana, aunque al pasar por caja lleve la cesta casi vacía —unos yogures desnatados, media docena de huevos, una bolsa de pan de molde, cosas así— y, siempre, su cuarto y mitad de hígado de ternera. En la cola de la carnicería nos cede el puesto amablemente. Pase usted, señora, no tengo prisa, es lo único que le oímos decir, casi en un susurro.
Todas piensan que es un muchacho tímido, con una educación de otros tiempos; ninguna parece darse cuenta de que, durante esa espera que prolonga todo lo que puede, su mirada no se despega de las manos de Amparito mientras estas cortan, pican y filetean las piezas de carne sanguinolenta. A la muchacha sí que parece afectarle, últimamente le noto un temblor nervioso cuando él está delante y ayer sin ir más lejos, pese a la destreza con la que siempre ha manejado el cuchillo, se hizo un buen tajo en la base del pulgar derecho. Sólo ella y yo nos dimos cuenta de cómo, a la vista de la sangre que manchaba la pieza de lomo, el chico sacaba la punta de la lengua y humedecía, con deleite, sus labios finos.
Hay detalles nimios y muy reveladores que no escapan al ojo atento de la microcuentista.
ResponderEliminarPues me gustó mucho cuando lo leí en la Marina, no recordaba que era tu nick. Muy buenos detalles, siniestros y reveladores. Deberías habérselo subido al tallerista que croa, jejeje, son su debilidad estos personajes.
ResponderEliminar¡Suerte! y un abrazo.
Parece que le estoy viendo, ese niño "bueno" relamiéndose. Me ha resultado muy visual tu micro y creo que el mérito es tuyo. Muy bueno, Elisa, y algo aterrador
ResponderEliminarManipulación absoluta, Elisa. Genial.
ResponderEliminarDeberías pedir a cada uno de tus lectores que te escriban una descripción (física)de ese muchacho. Y ten en cuenta que partirán sólo de la frase "todos piensan que es un muchacho tímido, con una educación de otros tiempos".
Además de yogures, huevos y pan, todo bien incoloro.
Sugestión y psicología resbalando en la parte de atrás del micro.
Saludos admirados
¡Y yo que creía que era amor! Muy bien contado, Elisa, con tanto detalle que lo estaba viendo y una genialidad el conseguir, en una sola frase, que cambien los sentimientos.
ResponderEliminarUn micro perfectamente construido. Lo que me gusta es que a través del mismo se demuestra como los detalles, bien manejados, pueden darle una entidad especial al micro. El manejo en dos tiempos -dos estrofas-, y el cambió del tiempo verbal al final constituyen cambios mínimos pero de enorme brillo.
ResponderEliminarLo que no sé es si la actitud del protagonista es “siniestra” como apunta Mónica, prefiero ser condescendiente.
Saludos.
¡Bravo Elisa, bravísomo!
ResponderEliminarQue tengas la mejor de las suertes que, por otra parte, es la que esta mini se merece.
Caboclo, es un debate interesante el de los detalles en las minis. Yo estoy convencida de que son importantes, la cuestión es hasta dónde son relevantes y a partir de dónde se pueden convertir en un lastre. Un buen debate para plantearlo en nuestro Brevedades.
ResponderEliminarMónica, no creas que no lo pensé, pero no tenía paciencia para esperar al siete. Además
Liz es todo un reto, es una tallerista exigente con la que también es un gusto trabajar.
Pablo, está basado parcialmente en una historia real. Yo tenía, y tengo, una amiga guapísima y conocimos a un chico muy que formó parte de nuestro grupo una temporada. Como a él le gustaba ella y no se atrevía a decirle nada, solo la miraba y la miraba (en eso no se cortaba un pelo), a ella llegó a producirle un poco de pánico. Mi amiga no era carnicera, sino estudiante de magisterio y nunca se hizo un corte delante de él ;).
Gracias, Propílogo, llegaron a plantearme que suprimiera el yogur, el pan y los huevos, pero yo los defendí a capa y espada, me parecían importantes en la creación del personaje.
Puri, quién sabe si es amor, llamamos a mor a tantas cosas disntintas...
Gabriel, las estrofas son indicaciones de la tallerista, yo no sabía dónde cortar, pero ella supo verlo rápido.
Patri, ¿qué mejor suerte que que os haya gustado? Sois lectores de primera, con el mejor paladar para los micros que un escritor pueda desear.
Besos a todos y, a los que no hayáis pasado por allí, os vuelvo a recomendar el taller de minificciones de La Marina de Ficticia, el mejor lugar para aprender y disfrutar del género.
Estamos rodeados de vampiros.
ResponderEliminarMuy bueno. El detalle del hígado de ternera, quizá marque demasiado el camino, pero muy bueno.
Un beso, Elisa
He disfrutado dejándome llevar por ésta narración fluida, sumergiéndome en la aparente cotidianidad de un mercado y sus protagonistas, acercándome a una de las muchas historias que se desarrollan, de forma simultánea, ante un mostrador. Y ese final... inquietante y turbador. Me gusta.
ResponderEliminarMe temo, Elisa, que tienes un nuevo seguidor. Un abrazo.
Uy Elisa, ¡me has engañado! Jejejeje. Oye, este muchacho ¿brillaba cuando le daba el sol? Sólo por curiosidad. Menudo giro y qué miedito...
ResponderEliminarUn abrazo
:)
Un micro vertiginoso. A partir de su lectura, se boceta toda la vida de este muchacho. Admirable.
ResponderEliminarPABLO GONZ
Tor, Acuática, yo no tengo muy claro que sea un vampiro, puede serlo, aunque hay otras posibilidades, la clienta tampoco da demasiados datos...
ResponderEliminarPedro, bienvenido y encantada de que te apetezca volver por aquí.
Gracias, Pablo, tú siempre tan generoso con tus comentarios.
Besos a los cuatro.
No sé por qué, pero me da que al chico se le ponen los colmillos largos con la sangre. Me gustó mucho cómo vas dando detalles hasta el corte final.
ResponderEliminarDos pares de besos.
Gracias, Lola, otros dos pares para ti.
ResponderEliminarhola elisa escribes muy bien los microrelatos están ahora muy de moda en su minimalismo la verdad es que el punto gore siempre da escalofíos me gusta también la foto de la artista Ana que has elegido. Pásate por mi blog en francés, un saludo y sigue los microrelatos son para mi como las historias que se encierran "visualmente" en un sello, par exemple!
ResponderEliminarLo estaba viendo venir... Esa predilección por el hígado lo estaba delatando. Muy bueno, un tanto inquietante.
ResponderEliminarAh, por cierto, Elisa, te lo tengo que decir me encanta la imagen que tienes en la cabecera de tu blog. El jardín de las delicias es uno de mis cuadros favoritos, de siempre.
Saludos