15 jul 2010
¿Poética?
Con el adiestramiento necesario, leer microrrelatos se convierte en un hábito insoslayable. Suelen esconderse en los rostros de los transeúntes, en los de los pasajeros de los trenes, en las muchedumbres que se manifiestan, en las fotografías de prensa, en los cuadros de las exposiciones, en los libros de historia y en los de poemas. Cuando se logra capturar alguno hay que evitar disecarlo o perforar su cuerpo grácil con un alfiler que lo inmovilice; para que conserven su hálito, el escritor aficionado aprenderá de los maestros, los que fueron y son capaces de ofrecérnoslos frescos, palpitantes, capaces de destilar humor, emoción, revelaciones. La realidad, que hoy día desconfía de estructuras literarias complejas y artificiales, está presente en ellos tal como es, fragmentaria, polimórfica, dotada de perspectivas contradictorias y complementarias, enriquecida por infinitos puntos de vista; escribimos microrrelatos para no traicionarla. Y en pos de esta fidelidad decidirá el autor en cada caso si debe abrir puertas a lo íntimo o a lo desconocido; si utiliza la sorpresa para hacerse, y con él al lector, sensible al misterio o a la aventura de lo cotidiano; si prefiere golpear las conciencias o dar al receptor un toque en el hombro que lo vincule al instante gozoso de la lectura.
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Así lo siento yo también, genial definición, análisis, estudio, ensayo... sobre los microrrelatos!!!
ResponderEliminarMuy buena reflexión,me ha gustado tu forma de expresarlo, lo de evitar disecar los micros es una imagen que me llevo de este relato tuyo. Gracias!
ResponderEliminarElisa, entrar en definiciones: un asunto complejo (tanto como hablar de política, religión o equipos de futbol). Estoy de acuerdo contigo: la minificción, el microrrelato o como se llame, está en todos lados; sólo es cuestión de dar con él. Aunque, desde luego, cada quien lo percibe a su manera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Elisa, lo único que yo le quitaría al texto son los signos de interrogación al título. Lástima que no alcanzó a entrar. Si me das tu permiso, me gustaría incluir tu texto en una futura entrada en mi bitácora, de esas que hago citando variopintas opiniones de escritores sobre el oficio literario.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por leer y comentar, Anita, Anónima, José Manuel. No se trata tanto de una definición, ni mucho menos un ensayo, son más bien intuiciones o impresiones que me apeteció poner por escrito.
ResponderEliminarGabriel, no entró porque no tuve tiempo y porque las ideas me llegaron después del cierre de la convocatoria, aunque desde luego el texto no encaja dentro del lenguaje académico que se demandó. En cuanto a lo de incluirlo, no tienes que pedir permiso, porque la licencia de la bitácora lo autoriza. De todas formas, para mí sería un honor que lo citaras.
Que no sea académico no quita que el texto sea muy bueno. A propósito, aunque yo tampoco participé, creo que fue, como decirlo, un tanto desentonada la opinión del especialista. En fin.
ResponderEliminarEn cuanto a lo otro, gracias :)
Saludos.
Excelente reflexión, Elisa
ResponderEliminarElisa -ya te imagino diciendo otra vez sopa ;) - cuando tengas un minuto date una vuelta por aquí; es para recoger un premio que Pablo Gonz me concedió y que ahora yo te paso a ti.
ResponderEliminarSaludos.
¿Dónde hay que firmar?
ResponderEliminarUn abrazo y gracias,
PABLO GONZ