24 dic 2017

Usurero

Ilustración de Anton Pieck para A Christmas Carol, de Charles Dickens.


—Señor, no podemos pagarle. Mi madre está enferma, necesita leña y medicinas. ¿Podría prestarnos unas libras más?

Ante el gesto furibundo del viejo, Fanny hace un último intento y abre el abriguillo raído que esconde su cuerpo adolescente, desnudo y esquelético.

La mirada escrutadora de Ebenezer Scrooge la recorre. No entiende de mujeres, pero el óvalo delicado del rostro, las piernas bien formadas, los pechos altos y menudos no lo dejan indiferente. Con buenos alimentos y un aprendizaje adecuado…

—Mañana vendrás conmigo a casa de madame Célestine. Ella te enseñará un oficio con el que podrás pagar lo que me debes. Incluyendo intereses, por supuesto— añade con su voz aflautada.

La muchacha asiente temblorosa. Su destino está echado. Aunque quizás quede para ella un resto de esperanza: mañana es Navidad.

5 comentarios:

  1. Cuentos de navidad... mucho más realista, claro.

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  2. Qué triste cuento de Navidad, de esos que dejan el alma helada.
    Besicos muchos.

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  3. Se supone que esa noche el señor Scroobe será visitado por los tres fantasmas y cambiará su avaricia por generosidad. Esas cosas pasan en los cuentos y, a veces, en la vida.

    Muchísimas gracias a los tres, en los tiempos que corren tener tres comentaristas fieles en un blog es un lujo. Feliz año nuevo también, por supuesto.

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  4. Hola Elisa, soy Baldomero. Ante todo, gracias por comentar en mi blog. A propósito de Lucía y los títeres, me pareció muy buena idea fantasear con la posibilidad de que Federico hubiese ido a entretener a una niña enferma con uno de sus teatrillos de títeres.
    Tu microrrelato me ha gustado mucho. Me parece muy acertado explorar los clásicos para lanzar una mirada diferente a lo nuevo y actual.

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