La fábrica levantó la economía de Villantique. Sus paraguas, que conjugan la elegancia de los flamencos y el colorido de las mariposas, despliegan frente a la lluvia unas protectoras alas de albatros. Aunque sus precios desorbitados solo están al alcance de gente de fortuna, las ventas nunca decaen. Escurridizos como salmones, vuelan de regreso al lugar de origen cada vez que sus propietarios los extravían.
!Qué curioso, seguro que los míos están entonces por ahí!, jajaja. Muy original y bonito, felicidades.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Mira que le tengo tirria a los paraguas. ¿Quizá por complementarme con mi mujer, Ama, Diosa y Reina de todo ente paragüero?
ResponderEliminarAunque viendo estos, me siento tentado. ¡Ah, debo ser fuerte!