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Pese a su escasa afición a la vida itinerante, la señorita Mariluz aceptó el empleo atraída por los ojos soñadores del augusto. Todas las mañanas, de nueve a dos, mientras la maestra dicta sus lecciones, los hijos del malabarista arrojan las gomas por el aire, el de la trapecista se cuelga de la lámpara, la nieta del mago hace desaparecer los bocadillos de sus condiscípulos y las gemelas del lanzador de cuchillos siluetean la figura de la maestra con lápices bien afilados cada vez que ella se vuelve de espaldas para escribir en la pizarra. Ahora la señorita Mariluz ha sustituido los ojos soñadores del augusto por los astutos y afiebrados del domador y se acaricia el vientre con impaciencia. Cada día falta menos para que llegue al mundo su vengador. Ya le tiene encargado un látigo de juguete. Con tres correas.
Un placer leerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ximens, a ver cuando coincidimos un ratito y hablamos de literatura y de tantas otras cosas. Un beso.
Eliminar¿De dónde sacas estas ideas tan originales? ¿Por qué lo escribes tan bien?
ResponderEliminarMe imagino al peque poniendo orden en la clase...
Torpeyvago, muchas gracias por pasarte. Estoy deseando que podamos batirnos en las microjustas. Un abrazo.
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