13 dic 2015

Selene, ciudad de los espejos

Espacios translúcidos. La ciudad de los espejos, de Miguel Betancourt

Desde muchas leguas de distancia se distingue el reverberar de la luz en los azogados muros de Selene. El viajero llega a la ciudad al amanecer y se deleita contemplando a las muchachas que, sin acabar de dar por cierta su belleza, se acicalan ante los espejos del presente. Alrededor de los espejos del futuro ve cómo se arremolinan los mercaderes, quienes, a punto de partir, desean saber si retornarán con salud y la bolsa llena; las preñadas, para averiguar si su hijo será varón o hembra; y las mozas, preguntándose si encontrarán el amor en primavera. Dicen que, tras asomarse a sus pulidas superficies, algunos escaparon, cubierta la cabeza de canas repentinas. Aunque se vean obligados a dar largos rodeos, muchos de los habitantes de Selene evitan pasar por las calles en cuyas paredes se refleja el pasado: a veces se encuentra frente a ellos el cuerpo inerte de un incauto que se atrevió a asomarse y quedó atrapado por la visión de un remoto instante de felicidad. Pero los más terribles −aprende el viajero−, aquellos ante los que nadie osa detenerse, son los espejos que muestran en sus láminas frías la huella de lo que pudo haber sido y nunca sucedió.

Este mini homenaje a Italo Calvino es uno de los relatos finalistas del mes de noviembre en el concurso de microrrelatos que convoca anualmente la biblioteca Esteve Paluzie, de Barberá del Vallés.

11 comentarios:

  1. Los espejos los carga el diablo. Elisa siempre calidad superior.

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    1. Barlon, siempre no, ojalá. Pero como cuando no te gusta me lo dices, me creo que en esta ocasión te parezca "de calidad", como el turrón de Jijona. Un abrazo.

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  2. No me extraña, es una belleza de micro. En la Microbiblioteca siempre tienen un gusto exquisito al escoger sus ganadores y finalistas (al menos a mí me lo parece). Suelo proponerles a mis alumnos crear este tipo de ciudades imaginarias, también me encanta la obra. Y salen lindas, pero lo que daríamos todos por una frase final como la tuya. ¡Abrazos!

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    1. Somos muchos los aficionados a las ciudades, Luz, es un tema que parece que nunca se agota (menos mal). Me alegra que te haya gustado el final.

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  3. Precioso y más que digno homenaje "calvinista". Y enhorabuena por el reconocimiento que hasta donde yo llego, es bien prestigioso.

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    1. Me alegra que te parezca un digno homenaje, meterse en según que jardines da un poco de miedo. Calvino es muy grande.

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  4. Yo me pongo siempre frente al espejo en que pueda leer tus cuentos. Nunca defrauda.

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