15 ago 2012

Furtiva

La biblioteca, Maria Helena Vieira da Silva


Llega los viernes, media hora antes de cerrar, y se demora eligiendo los cuatro títulos que está permitido retirar en préstamo. Desde el mostrador observo cómo procura apurar el tiempo, esperanzada en que, con mis prisas por acabar la jornada, su acción pase desapercibida. Cuando sale por fin, la bolsa de libros en bandolera, me dirijo al tercer anaquel de la derecha donde, entre Los tres mosqueteros y El cuarteto de Alejandría, ha depositado la novela impresa y encuadernada artesanalmente —Las sombras del enigma, por Ángela Duque— que yo, como cada semana, arrojo al contenedor de la basura.

13 comentarios:

  1. Uy qué bueno!!

    Alguien que deja su obra para el préstamo y alguien que la tira al contenedor sin meditar si las palabras de encuadernación artesanal valen la pena. ¿O ya lo ha leído? .... ;)

    Ja,ja...¡me gusta!. Un besote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hummm, no se me ocurrió esa posibilidad, tal vez lo haya leído, claro, aunque yo creo que no.

      Eliminar
  2. La verdad es que podías tener un poco de tacto. Ahora en serio, me ha sorprendido pues creía que iba sobre el amor u otro tema "sórdido". El final tan hostil, tan humano me ha tranquilizado.

    Una perta.

    ResponderEliminar
  3. La bibliotecaria tiene una poquita mala leche ¿no?
    Buen micro, Elisa.

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. MJ, yo imaginaba que era un bibliotecario, es curioso que todas hayáis pensado en una mujer, debe ser que es una profesión en la que abundan las chicas.

      Gracias por comentar, un beso.

      Eliminar
  4. Parece que con esa bibliotecaria poco hay que hacer, va a tener que cambiar de táctica porque no es plan de tirar a la basura cosas hechas con tanto mimo; y la bibliotecaría tendría que ser la primera en darse cuenta.
    Un beso para Angela, me quedaré con su nombre por si acaso.

    ResponderEliminar
  5. Me pregunto cuántos libros no catalogables le han intentado colar ya a la bibliotecaria, y ella que es muy minuciosa los tira porque no puede clasificarlos... quizá si no fuera furtivamente ella lo aceptara???
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Tu escritora autoeditada sigue dándome pena y esa bibliotecaria es más mala que la bruja de Blancanieves.
    Un fuerte abrazo, Elisa.

    ResponderEliminar
  7. Que poco amor por una obra artesanal tiene este bibliotecario. Y me da pena la autora.

    Es una maravilla de micro, realmente sorprendente.

    Besitos

    ResponderEliminar
  8. ¡Vaya con la bibliotecaria puñetera! Aunque tal como están las cosas a lo mejor tiene que empezar a recoger esos libros, ya que ahora el presupuesto para nuevos fondos de bibliotecas se ha recortado... Si nos inmaginamos una bibliotecaria, porque la mayoría son mujeres... Besos.

    ResponderEliminar
  9. Este es un micro que se gana la complicidad del lector por la suerte que corre el libro, ese personaje tan pasivo como de peso para la trama. Si además, los lectores somos personas que jugamos a escribir, es imposible no empatizar con esa escritora que necesita ser leída.

    Con una narratividad ajustada, sin indeterminaciones y con una buena progresión del conflicto, me parece una gran pieza, Elisa.

    Un saludo,

    ResponderEliminar
  10. Qué texto tan limpio y tan eficaz. Buenísimo el cinismo del narrador/a. Además suscribo lo que dice Pedro, tan certero siempre: tocas nuestro corazoncito por empatía.
    Besos

    ResponderEliminar
  11. Me partió el alma la pobre Ángela. ¿Y si cambiara de anaquel el próximo viernes? Un abrazo, Elisa. Mónica

    ResponderEliminar

¡Gracias por comentar!