Arpad Szenes, El archipiélago |
Toda isla desierta acoge con alborozo las huellas del primer náufrago que arriba a sus playas. Y las del segundo. Incluso las del tercero. A partir de ahí despertará el recelo de sus congéneres y, si el número se aproximara a la docena, será condenada al ostracismo por accesible y casquivana.
Jaja qué bueno Elisa, me ha gustado eso de casquivana, es que estas islas desiertas que admiten demasiados náufragos no deberían tenerse en cuenta como desiertas.
ResponderEliminarMuy simpático, me gustó. Un abrazo desde mi mar.
Y todas las islas le dan la espalda, como si lo viera, todas mirando al este menos ella.
ResponderEliminarAbrazos
Las islas desiertas dejan de estarlo cuando una multitud se congrega en sus orillas. Sus hermanas, desiertas e inaccesibles, le dan la espalda porque su vegetación exhuberante aún sigue creciendo en libertad. Sólo el hombre encadena a la naturaleza, y sólo el hombre es capaz de transformar lo bello en horrores paisajísticos.
ResponderEliminarEsto es lo que me has transmitido en un domingo de cielo nublado.
Felicidades por tu micro, a mí me gusta por esquivo y casquivano.
Besos
jajaja muy bueno. Entiendo los múltiples sentido pero, después de estar solos en una playita de La Palma, entiendo que al tercero que apareciese ya sería multitud jeje.
ResponderEliminarSaludillos
Jajaja, me ha encantado esa imagen de la pobre isla.
ResponderEliminarBesitos
Un relato magnífico. Las 51 palabras mejor escogidas para relatar una fantástica historia. Saludos y mi sincera enhorabuena.
ResponderEliminarY la condena al ostracismo es... llenarla de toallas, ser Benidorm...
ResponderEliminarUn micro para el verano, sí, señor, para un verano muy concreto, quien lo pillara.