Fotografía de * hiro008 |
Desde los bosques de rododendros asciende a las zonas más inhóspitas, temeroso de ser descubierto, hasta que encuentra un ejemplar aislado, vencido por la altura y el frío. Selecciona cuidadosamente, sólo desea hembras de cuerpo aún caliente. Las despoja de su ropa de abrigo y de sus pesados equipos de escalada y acaricia repetidamente la piel lampiña que lo enloquece. Algunas expiran acunadas contra el pecho peludo, a estas se las reconoce por el rictus de felicidad que permanece dibujado en su rostro.
En la grieta de un glaciar secreto, donde la transparencia del hielo es más pura, las conserva, inmortalizadas en posturas inverosímiles, como los maniquís de un escaparate en rebajas.
Interesante reformulación del mito de king-kong. Como siempre, el placer de tu prosa.
ResponderEliminarAbrazos fuertes,
PABLO GONZ
Pablo pensó en King Kong, yo pensé en el Yeti. Cualquiera sea, tus palabras siempre logran el embrujo, Elisa.
ResponderEliminarCon el gusto de leerte, envío un beso grandote.
Para mí, es el Yeti. Y la idea del museo de maniquis de hielo, genial. No me extraña que haya empezado a coleccionarlas, deben de ser la última novedad en el Himalaya y posiblemente los escaladores sólo hacen ruido e incordian. Vamos, que mata dos pájaros de un tiro.
ResponderEliminarUn beso.
Chicas, yo estoy con vosotras, el que vive en el Himalaya es el yeti, lo cual no quiere decir que no tenga que ver con King Kong, pues no deja de ser una versión de la bella y la bestia.
ResponderEliminarSí es verdad que los escaladores incordian, ensucian y se han convertido en una plaga insolidaria que sólo va a conseguir su objetivo. Cuando leí que algunos pasaban de largo ante un compañero moribundo se me quitaron todos los romanticismos sobre este deporte.
Besos agradecidos a los tres.
Hyvä tarina ihmisen ikuisesta yrityksestä olla maailman huipulla:) Se on raskas ja pelottava polku tulee satujen Jätit ja karvainen syli.. Hui!
ResponderEliminarPakenen...:))
Onnea, hyvä tarina pidän paljon...
Bueno, bueno, subamos al ring a King Kong y al Yeti a ver quién gana. El relato se sostiene muy bien con cualquiera de ellos con una mezcla agridulce.
ResponderEliminarBesos triples.
Yo me pongo en la fila del Yeti y para aplaudir tu historia y tu prosa ¿donde tengo que ponerme?
ResponderEliminarAbrazos
Muy bien utilizados los términos de fantasía en este relato, me ha gustado mucho, ya sea el yeti, king kong, o un gran hombre. Besos.
ResponderEliminarMe gustó desde la primera vez que lo leí, aunque en esta ocasión la memoria me falla sobre su derrotero.
ResponderEliminarCreo que ha sido un acierto no nombrar a la bestia y dejar que el lector la adivine, cosa por otra parte sencilla: dadas las pistas no puede ser otro que el abominable hombre de las nieves (jeje, esta expresión para referirse al yeti siempre me ha causado gracia). Me gusta el párrafo final, suave, y en especial la comparación con que cierras el micro.
Saludos.
Inquietante imagen del himalaya. La belleza de tus palabras dulcifica esta historia turbadora. Un abrazo.
ResponderEliminarqué potencia tiene esto
ResponderEliminarEl que todos quieren cazar, resulta que es el cazador perfecto.¡Bien!
ResponderEliminarUn abrazo
Insisto: es king-kong. Lo del Himalaya es una referencia circunstancial. ¿Dónde tendría yo la cabezuela?
ResponderEliminarAikatherine, un honor recibir tu visita desde Finlandia.
ResponderEliminarLola, Esperanza, Maite, gracias.
Gabriel, no tuvo demasiada suerte, fue un mes muy bueno, recuerdo una magnífica Medusa ganadora, entre otros. Me alegra que te guste esa comparación final "gratuita".
Un abrazo, Pedro.
Vitt, lo de la potencia, conociendo tus escritos (a los que creo que el adjetivo potente les viene como anillo al dedo) me lo tomo como un gran halago.
Otro abrazo, Bice, gracias por la lectura.
Pablo, algo del mito de King Kong hay, cambiando de escenario hay que cambiar de protagonista. Mucho en común tienen el abominable, King Kong y la Bestia.
Me gustó mucho la prosa.
ResponderEliminarMea culpa la de los hombres que matamos escaladoras. Son aquellas que llenas de coraje ascienden con sus pesadas mochilas llenas de preceptos y mandatos. Las vemos subir, solas y valientes, sonrientes a pesar del esfuerzo. Entonces atacamos y las llenamos de dudas, de culpas, y de caricias. Luego ellas ceden, paran y descansan. Primero un rato, embelesadas y confundidas, luego olvidadas del ascenso, y finalmente retirado de su cuerpo todo impulso, quedan estáticas, paralizadas. Vigiladas innecesariamente, para siempre quietas.
Un abrazo
Julio, qué hermoso y poético comentario, creo que te ha quedado un micro estupendo, así tal como está (o extendiéndote algo más si te apetece) deberías publicarlo en tu blog. Es una pena que un texto así quede escondido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Elisa. Mi comentario no existe, no tiene ninguna esencia sin el tuyo, es tan solo una respuesta, un apéndice, un epígrafe bajo una bella foto. Que quede aquí, junto a las Diosas del Himalaya ¿Acaso hay un lugar mejor? Un abrazo.
ResponderEliminarPrecioso relato, Elisa de prosa delicada como el mismo Yeti. Lástima que ellas mueran en sus brazos, ese pecho peludo tiene mucho amor que dar.
ResponderEliminarGracias, Puri, este micro he tardado mucho en subirlo, aunque me gustaba me planteaba algunas dudas, y me ha alegrado lo bien que ha sido recibido. Un beso.
ResponderEliminar