Las visitas transcurren con una amabilidad desconsolada, como de extraños; hasta que, justo antes de marcharme, cada día le pregunto por aquella alineación del Madrid, la que en nuestro recién estrenado primer televisor le ganó al Partizán la copa de Europa del 66. Una mueca casi infantil le enciende el rostro mientras enumera: Araquistáin; Pachín, De Felipe, Zoco; Sanchís; Pirri... Y en ese mínimo jirón de la memoria, mi padre y yo nos reconocemos.
21 de septiembre, Día Mundial del Alzheimer.
Una enfermedad extraña y terrible... siempre me pregunto qué tiene que pasar para olvidarlo todo y sin embargo conservar pequeños momentos y detalles de lucidez como este que cuentas. Te quedó muy tierno, Elisa
ResponderEliminarTierno, en medio de su terrible desolación.
ResponderEliminarExcelente micro, Elisa.
Sí, desolador y tristemente real. Muy lindo, Elisa.
ResponderEliminarFelicidades, Elisa. Conseguiste expresar lo triste y duro de la enfermedad, pero con un rayo de luz importante: el/la protagonista tiene la llave para volver a conectar con el enfermo.
ResponderEliminar¡Excelente micro Elisa! Hay pasiones que ni la enfermedad permite olvidar.
ResponderEliminarBesos,
Es precioso el micro. Tierno, triste e incluso con un cierto toque de humor. Y con muy pocas palabras. Qué bueno!
ResponderEliminarTriste, hermoso, tierno., ... la vida.
ResponderEliminarMe alegra que hayáis encontrado ternura e incluso humor en el micro. Frente a lo terrible del olvido, queda aunque sea un resquicio del tiempo (y la pasión) compartidos. Gracias a todos por pasar por aquí y por comentar, también nosotros compartimos una pasión que nos hace disfrutar juntos.
ResponderEliminarAbsolutamente triste, Elisa. Recordable para siempre.
ResponderEliminarUn admirado abrazo,
PABLO GONZ
Es una enfermedad terrible, pero a veces da pie a escribir relatos tan buenos como el tuyo...
ResponderEliminarUn saludo!
:)
Gracias, Pablo y Acuática, por leer y comentar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha encantado tu relato lleno de sensibilidad.
ResponderEliminarUn beso que guarda en su memoria todo lo que amó
Re-leo tu microrrelato. Me re-gusta. Me re-encanta. Un beso compañera.
ResponderEliminarDesgarrador Elisa. Y excelente.
ResponderEliminarOdile, Isa, Patricia, muchas gracias, y un beso.
ResponderEliminarMe encantan tus micros, Elisa, porque buscas, más que el efecto pirotécnico, la humanidad. Lo que está escondido bajo los pliegues. Ahí vamos... Besos
ResponderEliminarMiriam, cuánto me gusta tu comentario, creo que también por eso también me llegan a mí los tuyos. Espero que el trabajo te deje dedicarle un poquito de tiempo a las aficiones.
ResponderEliminarQué escalofrío he sentido al leer tu microrrelato. No deja indiferente y eso para mi es sinónimo de buena literatura.
ResponderEliminarUn abrazo
Tan cerca y tan lejos...
ResponderEliminarPreciosa descripción del amor a propósito de la enfermedad...
Un abrazo
Gracias, querida ex-anónima. Un beso.
ResponderEliminarOtro abrazo, Bicefalepena, gracias por tu visita y por tus palabras.
ResponderEliminarQué bonito cuento. Enhorabuena.
ResponderEliminarVuelvo aquí por la votación. Qué hacer cuando aquel que amamos ha perdido lo que nos dice quienes somos: nuestra memoria?
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