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Brazos y piernas han dejado de enredarse, incluso sincronizan pasos de zumba a ritmo de reguetón. Al terminar, cuando la monitora reencaja sus huesos, recogen prótesis y bastones y abandonan afanosas el gimnasio para dar ánimos a la hija recién divorciada, preparar unas lentejas a los nietos en paro o recoger a los bisnietos de la guardería.
Me encanta, lo has clavado. En mi barrio es así.
ResponderEliminarGracias, Ximens, en mi barrio también. Es una realidad con aspectos positivos y negativos. Es bueno mantenerse activo y es bueno el derecho a descansar tras una vida de esfuerzos.
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