Fotografía de Maruch Sántiz Gómez |
Te cuento despacio, como quien desgrana una mazorca: compré frijoles, reñí con la vecina, tardó en secarse la colada, hoy no me duele la pierna renca. Tú escuchas en silencio, sin ojear el periódico ni prender el televisor. Con esa atención nueva que nunca me prestabas antes de morirte.
Es muy bueno pero... ¿por qué hablarle?, ¿no será mejor comertarlo todo con una persona viva?
ResponderEliminarPuede ser la fuerza de la costumbre, tal vez no le interese o no tenga otro interlocutor... Quizás nunca un vivo escuche con tanta atención como un muerto.
EliminarA mí me parece que refleja una enorme soledad que le hable a un muerto.
EliminarElisa, me encanta. Soy Almudena
Gracias, Mure.
EliminarMe gusta, así es la sensación de hablar sin que te escuchen, como charlar con un muerto. Ja ja, tal vez con más atención por su parte!!
ResponderEliminarPues sí, hablar sin que te escuchen es duro, Malén.
EliminarHay que saber esperar el momento... Me ha gustado mucho, porque me ha sorprendido y porque me encanta cómo lo cuentas.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Lagarto Juancho.
EliminarEn la relectura, sigue estando muy bueno.
ResponderEliminarOsos,
Todo un piropo, Rubén. Osos de vuelta.
EliminarMe encanta, ya lo sabes. Lo voté en la Marina junto con otro de tu autoría, "Huéspedes". Los dos vienen arrasando con los votos. ¡Mucha suerte!
ResponderEliminarGracias, Mónica, al final la hubo :-).
EliminarFinal demoledor. Aunque ya le huele, va a tener que separarse.
ResponderEliminarSeguro, aunque dejar de hablar con los muertos no es fácil.
EliminarMe sentí como quien da un discurso en las catacumbas.
ResponderEliminarY con filas llenas de butacas ocupadas por momias.
Carlos, sin duda tienes sentido del humor. Un abrazo.
EliminarDicen que más vale tarde que nunca. Una retahíla con palabras muy bien enhebradas y sorpresa final.
ResponderEliminarGracias por compartirlo y un saludo
Jeje, cómo son algunas. Mira que el detalle de la pierna renca es muy bueno, ya se pasó el dolor.
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