1 may 2013

Decadencia

Botella y lobo, Saülo Mercader

Aún acecha en los parques solitarios o en los alrededores de los colegios a las Caperucitas descarriadas. Ellas, lejos de asustarse, se ríen con descaro del pelo escaso, los andares renqueantes y el miembro tumefacto a costa de Viagra que exhibe entre los faldones de la gabardina. En los viejos tiempos su sola sonrisa de dientes afilados las habría hecho temblar, recuerda Lobo con nostalgia; mientras tanto, su mano derecha no deja de acariciar el mango de la navaja de caza que oculta en el bolsillo.

5 comentarios:

  1. Las caperucitas han cambiado. Ahora les dicen lobas.
    Pero luego vendrá el gatopardismo en que todo cambie para todo seguir igual.

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  2. Estoy de acuerdo con Carlos, las caperucitas -ahora- ya no son caperucitas.

    Fantástico micro, Elisa, en el que te aprovechas de una intertextualidad muy bien trabajada para contarnos una historia de frustración que va mucho más allá.

    Mis aplausos.

    Un abrazo,

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  3. O de como las niñas de hoy no tienen los temores de antaño, no leen los cuentos de hadas de mundos felices. O como el demonio de deseo permanece en los hombres lobos aun al envejecer. Esa navaja del lobo me lleva a la violencia, al maltrato. En fin, me haces pensar con este relato un poco "extraño".

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  4. Esa última frase deja un poso tan oscuro...

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  5. Siguen existiendo los viejos lobo exhibicionistas pero aunque se rían de ellos no dejan de ser peligrosos. Esa navaja produce un escalofrío y repugnancia. Buen retrato lobo de miserable.

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