Salvador Dalí, Rostro de hormigas |
Compartimos el mismo espacio. Ellos a la luz, nosotras en la sombra. Solo nos exponemos para buscar sustento, una minúscula parte de lo que tienen en abundancia, de lo que no necesitan. Sin embargo, su guerra es sin cuartel. Todo vale, un dedo, un pisotón, el agua que inunda nuestros cuarteles, el polvo ponzoñoso, gases envenenados. Almacenamos cada ataque en la memoria colectiva. Caemos sin perecer porque somos una y la misma, cuerpos diminutos que comparten las huellas y el camino, la necesidad y el esfuerzo. Nos replegamos y avanzamos siguiendo el ritmo de las estaciones, pero también el de su tenacidad o su desidia. Nuestro triunfo es la resistencia. Y esperamos. Esperamos que caiga uno de ellos, quizás que caigan todos de repente. Ese día nuestras mandíbulas desprenderán su carne, la molerán metódicas y gozaremos el dulce sabor de la victoria.
La unión hace la fuerza, tal vez algún día. Mientras unamos las antenas.
ResponderEliminarBesos Elisa.
Un texto con mucha fuerza, Elisa. Muy bueno. Ya no miraré igual a las hormigas, me temo.
ResponderEliminarAbrazos
Un relato muy metafórico, con una imagen potente y clara que eludes explicitar todo el tiempo. Lleno de rabia. La ilustración elegida le añade un plus.
ResponderEliminarSalud.