Sin título, Cirilo Martínez Novillo |
Apareció caído en medio del maizal. Le atamos el cuerpo, bien derechito, a una estaca y clavamos sus alas extendidas a un palo horizontal. El ángel cumplió su función: no hubo tordo aquel año que osara acercarse a la milpa.
Me gusta este micro que me deja -con su indefinición- jugar con la idea del ángel caído, Elisa.
ResponderEliminarMuy, muy bueno.
Un abrazo.
Gracias, Pedro, comentarista infatigable, sostienes el ánimo de esta microrrelatista y de tantos otros.
EliminarOtro abrazo.
La imagen el ángel clavado en medio del maizal es tremenda, Elisa. Cualquier cineasta de estos de ahora, te la copia. Al tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo y Bon Any Nou
Sí que salió plástico, esas inspiraciones repentinas.
EliminarBuen año, Miguelángel, para ti también.
Una curiosidad, Elisa: ¿a los dos meses olia? Quiero decir, ¿no se acercaban por que daba mal rollo, por que olia mal, por una cuestion religiosa o solo porqur cumplia su funcion? ¿Le pusisteis un sombrero de paja?
ResponderEliminarSe nota lo bien que escribes hasta en relatos tan cortitos, que envidia, carajo.
Les daba mal rollo por aquello de las alas, no olía mal, los ángeles no se corrompen :-).
ResponderEliminarY gracias por el piropo, tengo en mucha estima tu opinión, Sibreve.
Un abrazo.
un gran micro. un micro enorme, descomunal.
ResponderEliminarEres un hiperbólico, el micro es chiquitito, pero la verdad es que quedé satisfecha de él. Lo que más me gusta de las microjustas es cómo obligan a exprimirse las neuronas y exprimiendo, exprimiendo, sale zumo de la más dura mollera.
ResponderEliminarUn beso, vittt.
Vaya destino final para un ángel! Quizás por esa contradicción este micro es tan impactante. Un placer seguir disfrutando de tu afición por los ángeles
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