Vrubel, Cabeza de demonio |
Con la derecha asperja la capilla de agua bendita, con la izquierda blande un racimo de rosarios. Su voz imperiosa ordena a los diablos que liberen a sus huéspedes. Los endemoniados se retuercen, arrojan espumarajos y cristales por las fauces abiertas, reniegan en griego y arameo. De la boca del anciano macilento que yace bajo el púlpito surgen uno, dos, siete bellísimos súcubos que cimbrean sus caderas rotundas al compás de las plegarias. Los exorcizados se arrojan sobre ellos en tropel y entre los altares se inicia una frenética orgía. El sacerdote contempla el espectáculo, desconsolado e impotente, hasta que hace su aparición ─rizos oscuros, rostro angelical─ un íncubo impúber que, guiñándole el ojo lleno de picardía, lo toma de la mano y lo incorpora alegremente a la fiesta.
En el mes de octubre homenajeamos a Albert Camus en la Marina de Ficticia. La consigna era escribir un micro con el título de alguna de las obras del escritor francés. Esta fue una de mis aportaciones.
estuviste di-vi-na.
ResponderEliminarracimo de rosarios... me encanta.
Gracias, vittt, no sabes la de rosarios que he rezado en mi vida, a un exorcismo no he asistido nunca.
EliminarExcelente micro, Elisa. Muy bien narrado.
ResponderEliminarAbrazo fuerte.
Abracísimo para ti, Mónica.
EliminarAl buen hombre solo había que animarlo un poco, ¿no? Excelentemente contado. Hacía bastante que no venía por ahí.Saludos.
ResponderEliminarPues bienvenido, Púgil, aquí tienes siempre tu casa.
EliminarEs-pec-ta-cu-lar, Elisa. Me parece una pieza magnífica.
ResponderEliminarCon tu permiso -en realidad si él- me tomaré la libertad de compartirlo en mi FB.
un abrazo.
Es un honor, Pedro, que te parezca que el relato merece ser difundido. Gracias y un abrazo.
EliminarCreo que estaba desolado e impotente porque no sabía cómo cambiar de postura, y dejarse también endiablar. Qué gusto leer así.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues por ahí iban los tiros, Miguelángel. Otro abrazo para ti.
EliminarMuy muy bueno, Elisa. Conviertes un exorcismo en un rito iniciático. Genial
ResponderEliminarNo me lo había planteado así, Alex, tienes toda la razón, un rito iniciático...
ResponderEliminar