23 ene 2019

La Marina de Ficticia

La Marina de Ficticia, (Lima, Perú, Micrópolis, 2018)



En diciembre hizo diez nueve años que recalé en la Marina de Ficticia. Acababa de finalizar un curso de escritura con el escritor Javier Mije, centrado en el microrrelato, y no sabía qué hacer con aquellos nuevos conocimientos cuando encontré la web de Ficticia, una editorial mexicana en la que, entre otras cosas, se compartían relatos y se realizaba un concurso-taller de minificciones.  Me costó trabajo orientarme en la página y el primer micro que envié no cumplía los requisitos, aunque me valió unas amables palabras del terrible Carlos (Sapo) de Bella, que me animaron a continuar. Otro relato mío, del mismo mes de diciembre, consiguió un segundo lugar compartido en la muestra mensual y esa alegría me animó a quedarme. En aquellos momentos soñaba con aprender lo suficiente para ser tallerista y no tardé en tomar posesión del taller del día 30, para más tarde pasar al del día 1, donde aún sigo. Formé más tarde parte del equipo de coordinación con José Martínez Nuévalos, José Manuel Dorrego e Isabel Segura Boutry  y, finalmente, llegué a ser coordinadora de la Marina durante el año 2018 junto a Mónica Brasca y Lola Díaz-Ambrona. He dedicado mucho tiempo y trabajo al taller, pero nada comparable a lo que Ficticia me ha dado a mí: he aprendido recibiendo los consejos de los talleristas y dando consejos a los participantes, he conocido a gente generosa y entusiasta (todos los ficticianos lo son, pero especialmente el creador de la idea e infatigable difusor de la minificción, Alfonso Pedraza), he ganado un buen puñado de amigos y he visto mis relatos publicados en un par de preciosos libros: 100 Fictimínimos: microrrelatario de Ficticia y el recientemente publicado por la Editorial Metrópolis, La marina de Ficticia, cuya portada encabeza esta entrada.

La marina de Ficticia es una iniciativa de José Manuel Ortiz Soto, cirujano pediatra y escritor, que reúne textos de los actuales talleristas de la Marina de Ficticia y de algunos ilustres jurados de los muchos que han pasado a lo largo de los quince años del taller. Cada uno ha participado con tres relatos que dan una variada muestra de temas, procedimientos y estilos. Hoy he encontrado una estupenda reseña publicada en Facebook por el doctor José Espinosa-Jácome. Merece la pena leerla entera (mejor si se tiene la antología al lado, cosa difícil en España, puesto que se trata de una edición peruana), pero no no puedo evitar reproducir las palabras que me ha dedicado a mí y a Cicatrices, uno de los tres textos que yo he presentado.

Tal vez la autora más representativa en esta antología sea Elisa de Armas (Sevilla), junto a Jorge Oropeza –debido al uso de la mayoría de los elementos citados–; su estilo pulcro domina recreando hipertextos: Caperucita, El caballero de la triste figura, etc.. En “Cicatrices” (p. 34) lleva la narración desde la infancia a la edad adulta, como lo hace Mónica Brasca a propósito de “Trapos sucios’, inclusive coincidiendo con la historia de abuso. Con un estilo muy personal es fácil reconocerla. Logra con maestría la brevedad, los encabezamientos –con frecuencia en una diglosia entre el latín y el castellano–, la sorpresa y la transtextualidad.
Termino esta entrada dando las gracias a todos los ficticianos por su compañía durante esta década, a Manolo Ortiz Soto por el empeño que puso en sacar adelante el libro, a Beto Benza y la editorial Micrópolis por publicarlo y al doctor Espinosa-Jácome por sus palabras. Como dice mi amiga Mónica Brasca, nunca me quito la camiseta de ficticiana, es un orgullo lucirla.