7 may 2013

Para comerte mejor

Julie Christie en el papel de la abuela

La tortilla, aún caliente, en su tartera; el pastel de carne bien envuelto y cuatro piezas de fruta en la bolsa de rafia. Elige el abrigo de punto, que sabe que la favorece, y se da un último toque de carmín ante el espejo. Los viernes el tráfico está complicado, tendrá que apresurarse para llegar a tiempo a la puerta del cole. Recogerá a la nieta, la acompañará a casa, comerán juntas y pasarán la tarde viendo películas de Disney hasta que sus padres salgan del trabajo. Tal vez vuelva a cruzarse con el nuevo vecino de su hija, ese señor que la saluda tan amable al tiempo que la mira con esos ojos grandes..., con esa nariz grande..., con esos dientes grandes, perfectos para desgarrar el picardías de tul rojo que luce, a hurtadillas, cada vez que tiene que cuidar de Lucila.

Publicado en El Microrrelatista.

5 comentarios:

  1. Je je, siempre he pensado que en este cuento había cosas que no nos explicaban como realmente eran...

    Ay estas abuelitas modernas.

    Me gustó mucho Elisa. Un abrazo.

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  2. Caperucita y el Lobo siempre tuvieron... algo. La escena final del cuento original es en un dormitorio, muy íntimo, pero tu versión, sin dormitorio, es mucho más actual y divertida.
    Me alegra mucho que esa abuela tenga su doble vida, me alegra mucho.
    Y es que una alegría es una alegría siempre.

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  3. ¡Qué bueno, Elisa! Cuánto me gustó ese enfoque de la abuelita.

    Un abrazo.

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  4. jeje, abuelas en pie de seducción. Que buena adaptación del cuento. Claro que hay bomboncitos de setenta años...

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  5. De "chiquito" me gustó este cuento, desde la primera vez que lo leí. Un abrazo, Elisa.

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