Hay momentos que se quedan prendidos en la memoria, generalmente porque en ellos sucede un descubrimiento, una primera vez. Nunca he olvidado la mañana, cuando estudiaba Historia en la facultad que cobija el bello edificio de la Real Fábrica de Tabacos, en la que por los pasillos se corrió la voz de que Agustín García Calvo iba a pronunciar una conferencia. Recuerdo borrosamente su rostro y su figura, pero no he olvidado la esencia de aquel discurso. Sostenía el profesor que lo que convertía un texto en poesía no era su contenido, sino su forma. Utilizó para ello una coplilla que todavía puedo recitar: Ojos que te vieron ir
por el camino Zamora
¿Cuándo te verán volver
con la licencia en la gorra?
Nos resumió el argumento, que no podía ser más simple, y después analizó con detalle los cuatro versos recalcando la fuerza del comienzo, con esos «ojos» metonímicos que representan a la muchacha enamorada, la elección de la palabra «camino», la interrogación final… Poesía popular, pero pura poesía.
Pero después dio un paso más para afirmar que, incluso aunque el oyente no entendiese nada, el sonido y el ritmo, especialmente en el caso de la épica, conseguían transmitir la esencia poética al oyente. Y a continuación, ante el silencio admirado de los alumnos que llenábamos el Aula Magna, nos leyó solemne un pasaje de la Ilíada en griego clásico, que ninguno dominaba.
Me acordé de esto hace unos días en Madrid al escuchar a mi amiga Katja hablando con su madre por teléfono. El alemán tiene fama de ser un idioma duro, de ásperas aristas, pero en su conversación, que por supuesto yo no comprendía, lo sentí lleno de dulzura y pensé que me gustaría escuchar uno de mis microrrelatos en aquella lengua. Se lo propuse y aceptó. De forma que decidí iniciar el proyecto Babel. Voy a darme el placer de pedirles a algunos amigos que traduzcan —y lean— el micro de mi libro que más les guste a su lengua o a una lengua que dominen. Porque ni yo soy Homero, ni tampoco me llamo Ulises, pero el ritmo y el sonido de las palabras, siempre son hermosos. He aquí la primera entrega.