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Foto de Landahlaust, en Flickr |
Cuentan las crónicas nazaríes que la favorita del rey Yusuf lo había traicionado con un esclavo. Incapaz de vivir sin el arrullo de su voz, el rey ordenó al más sabio hechicero de la corte que convirtiera a la joven en agua: agua sería mientras doce guerreros, vueltos leones de piedra, guardasen la fuente que manaba. Y así, durante ocho siglos, su canto puro y melancólico brotó de la prisión de mármol.
El día que retiramos los animales para restaurarlos, un grito de libertad resonó en el patio. Al instante, ante nuestros ojos asombrados, una hermosa muchacha se deshizo en cenizas.