Espaldas, de Antonio López |
La espera a la salida del trabajo y le pone la mano entre los muslos. La siente estremecerse, húmeda y entregada. Basta una seña para que lo siga a la cafetería más cercana y baje tras él las escaleras. Allí mismo, en el servicio de caballeros, la coloca de espaldas y la penetra con rabia, haciéndola gritar. Mientras, filma su nuca y sus gemidos, la melena sudorosa y la cicatriz inconfundible que le dejó en el hombro. Ella sabe que mañana su nuevo novio recibirá ese vídeo, como lo recibieron todos los que hubo antes. Y que él no volverá a buscarla. Salvo si necesitara dejar claro que esa mujer, que un tiempo fue la suya, sigue teniendo dueño.
Microrrelato publicado en el Arca Ficticia por haber ocupado, junto a otros cinco textos el primer lugar en la Marina del mes de septiembre. La jurado fue Adela Celorio y el tema, "amores tóxicos".
Elisa, ¡uff, duele! Sin duda una relación muy tóxica por el desprecio que él le demuestra y por la pasión que a ella le empuja a dejarse profanar por este indeseable.
ResponderEliminar¡Enhorabuena por el reconocimiento!
Abrazos.
Duro pero muy bien contado la escena de apretarla de espaldas y filmarla... genial contundente este paranoico ser. Felicidades por el texto.
ResponderEliminarAbrazos
Cómo retuerces esta historia de posesión. Cada línea una vuelta de tuerca más. Cuando te pones tremenda... qué tremenda eres. Lo de escribir, siempre lo haces bien, lo cual no deja de tener su mérito, que conste.
ResponderEliminarGracias, Nicolás, Manuel, Luisa, creo que lo que no se puede dudar es que me ceñí al tema de la convocatoria, más tóxico no podría ser este amor :-). Aún así, seguro que la realidad supera a la ficción, hay relaciones tremendamente destructivas.
ResponderEliminarMe hace mucha gracia tu comentario, Luisa, lo de tremenda, mi marido también se sorprende cuando escribo algún relato de estos truculentos, dice que de dónde los saco, que yo no soy así, pero todos tenemos nuestro lado oscuro...